Camine quince cuadras que me parecieron eternas. Mi celular sonó. "Camina mas rápido" me pedía ansioso.
Doble a la derecha y caí en al cuenta de que solo 100 metros nos separaban. 100 metros que el resto de los días del año son cientos de kilómetros.
Me solté el cabello, respire profundo y lo busque en todas las esquinas.
No lo encontré.
Volví a mirar concentrándome con más atención, y esta vez él estaba ahí.
Parado en la esquina contraria a la mía, riendo y saludándome con una mano mientras que con la otra sostenía sus anteojos de sol..esos que siempre usa.
Espere a que el semáforo cambiara y camine esos 50 pasos que me restaban.
Me pare frente a el, frente a sus hermosos ojos verdes y pelo de color rubio en desorden...
Lo mire, le sonreí y nos abrazamos.
Nos abrazamos sin ganas de soltarnos, como si el año que paso desde la última vez que nos sentimos hubieran sido solo segundos.
¿Desayunamos? - Me preguntó
De la mano lo guié, entramos al café y nos sentamos en una mesa al lado del ventanal, uno frente al otro.
Volví a mirarlo a los ojos. No podía creer lo preciosos que eran esos ojos que hace tanto no me miraban. Volví a sonreirle sin decir una palabra.
El rió, porque también me miraba sonriendo sin decir nada.
Terminamos la formalidad del café con mediaslunas, salimos y volvimos a nuestro punto de encuentro.
Pero esta vez ya no aguanté.
Lo frene del brazo, me acerque a él de manera que ya no quedara espacio entre los dos, y lo besé.
Lo besé con la pasión y energías que venia guardando hace meses.
Lo besé durante varios minutos que ambos deseamos nunca acabaran.
Me separo, volvió a mirarme a los ojos, mis ojos grandes que a el le encantan, y me dijo al oído:
-Te extrañé hermosa mía..
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