Las relaciones entre el hombre y la mujer pueden ser fáciles o difíciles. Bueno, en realidad ¿siempre son complicadas y conllevan mucho tiempo verdad?
Consideremos por un instante la cantidad de sentimientos, emociones, esfuerzos, sacrificios y acuerdos que una relación duradera podría llegar a implicar.
Definitivamente demasiados
Tantos que de ponerse a evaluarlo en profundidad, no muchos estarían dispuestos a comprometerse o siquiera involucrarse en algo tan complejo.
Ahora bien, existen tantas versiones de una relación como canciones compuestas durante las ultimas 5 décadas. Cualquier relación ya sea de acuerdos consensuados, seria, casual o a distancia sera distinta una de otra, simplemente porque quienes están involucrados en ella tienen una percepción distinta de la vida y de lo que es el compromiso con el otro.
Puede ocurrir que ambos tengan un pacto previamente acordado y que los limites estén delimitados con rigidez, que no se permitan ciertas palabras o actos que rocen lo romántico por querer privilegiar lo físico o que al contrario, no se tenga regla alguna pero que sin embargo se sepa exactamente lo que puede hacerse y lo que no.
¿Pero que pasa si alguno de los dos no tiene en claro las reglas del contrato?
¿Que pasa cuándo alguno de los dos sobrepasa los limites permitidos consciente o inconscientemente?
O mejor aún, ¿Que pasa cuándo quien puso las reglas en primer lugar, se ve a sí mismo rompiéndolas una por una sin siquiera darse cuenta?
Créanme que todavía no deduje el porque, pero a veces me sorprendo ante la peculiaridad de ver a quien menos pensaba rompiendo nuestro estricto contrato, aún cuando él ni siquiera lo nota y yo por supuesto, no me lo veía venir.
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